domingo, abril 30, 2006

Fui, Soy, Seré















Fui cometa.
Fui su estela.
Fui distante...
la llama que incendió por un instante.

Fui la duda.
La sombra.
El dilema...
martillo de sangre en tu cadena.

Soy el crimen.
Soy el móvil.
Soy culpable...
el caos de las horas inestables.

Soy la llaga.
La herida.
El daño...
la intención oculta tras los años.

Seré aliento.
Recuerdo.
Silencio...
la boca que despides con un beso tras la muerte.

Fui, soy, seré...

martes, abril 25, 2006

Quítame El Barro De La Sangre









Me hice de tierra para que aprendieras a sepultar en mí tus silencios.
Para llenar de minerales tu boca,
para alimentar de semillas el temblor de nuestro beso.

Pero no aguanté que me escupieras y me pisotearas una y otra vez.

Por eso, quítame tus raíces de la piel,
que ya no puedo contener la estridencia que me dejas.

Me hice de agua para que intentaras ahogar en mí tus castigos.
Para colmar de oxígeno tus manos,
para borrar las llagas que la sequía de tu alma te ha dejado...

Pero no soporté la delgadez de tus respiros y que llenaras de golpes mi cara.

Por eso, quítame el desierto de los ojos.
Quítame la arena vitrificada que ha dañado mi mirada tantos años.

Quítame el polvo, al que ni el soplo de tu dios le dará vida...

Desarma la estructura que pusiste sobre mis hombros.
Quítame los metales que aleaste para protegerme y terminaron siendo tu máscara en mí.
Quítame tus pies de encima...

Quítame la tierra que te di, incluso... Quítame el agua que te entregué...

Porque nada de lo que te di tiene efecto duradero... ya que ninguna de sus causas lo fue.

Por eso te exijo: Quítame tu barro de la sangre...
para que cuando amanezca no quede rastro de lo que fue.
No quede rastro de lo que pudo ser.

sábado, abril 22, 2006

Y yo desesperaba













La mecánica de tu silencio desampara, seriamente...
No oírte provoca miseria.

Es como si el desparpajo de otras voces fuera de una estridencia paupérrima;
un ruido que sólo permite darme cuenta de cuán necesaria me es tu palabra.

El oído busca claves de esa, tu voz lejana; enguye sonoridades eclécticas en busca de un silbido al menos parecido a tu eco... y nada.

El ojo mira al cielo, al suelo, al horizonte y no visualiza onda sonora alguna coloreada de tu sombra, ni diluyéndose en el espacio... ni transformándose... nada.

La nariz, independiente del aire, se desentiende de todos y pretende hallar las vibraciones de tu garganta, de tu vientre, de la raíz de tu sonido... y nada nuevamente.

La boca, a su manera, emulando a una víbora, estira su lengua, expone sus papilas y tienta descubrirte alargándose hacia ti... un sólo temblor en el infinito provocado por tu voz sería suficiente... pero nada.

Sólo el tacto fue leal a nosotros... las manos (mis manos), fueron las que te revelaron.

Una vez que estuvieron cerca de tu boca, libaron tus labios... y tu gemido... tu gemido...
emergió de lo profundo de ti como la música que me hacía falta.

Ahí estabas.

Tu sonido estaba junto a mí.

Sólo callabas un instante.

¿Y yo?

Y yo desesperaba.

Duelo
















Mis ojos terminaron su duelo.
No sin antes sufrir la virgen negación de la verdad.
Culpar a la noche.
Beber del cáliz y escupir a ciegas.
Sacudir el templo.
Abofetear tu imagen.
Temblar.

Mis ojos terminaron su duelo.
Apaciguando el agua fúnebre que brotaba con olor a estiércol.
Resumiendo el sabor acre de los golpes.
La nostalgia hoy es efímera.
Está anestesiada.
Más parecida a la amnesia que a una reminiscencia de lo que fue.

Mis ojos terminaron su duelo.
Acariciaron la derrota provocada por la venganza masiva de tus labios...
Cobraste lo que creíste el legítimo asesinato de un sueño que ya no satisfacía.
Querías despertar.

Pero antes, hay algo que debes saber.

Con tu partida deportaste mis sobras de tu cabeza para que el olvido resultase efectivo.
Pero ni así, ¿me oyes?
Ni así.

Suplicarás con tierra en la boca, con tierra en los ojos, con tierra en las manos...
que te perdone la boca, los ojos, las manos...
Pero ni así, ¿me oyes?
Ni así.

Me cagaré en mi puto orgullo.
Me cagaré en tu puta vanidad.
Y no cederé.
Ni con la mierda al cuello... cederé.

Hoy, mis ojos terminaron su duelo... para no verte más.

miércoles, abril 12, 2006

Te digo


Que me iba a reencontrar con huellas, pensé... (y que las horas se me harían trizas).

Que entraría cabalgando en ruinas, temí... (que me quedaría sin la sal de tu boca).

Que no cabe duda que la duda ahorca, lo sé... (y que la sombra degolló mis manos).

Que hace días ya no tengo sueño(s), pavor.

Que se derrama mi sangre a gritos...

Que me congelo e incendio en paralelo...
Porque el sinsentido me devora entero, amor.

Y es que se parece tanto el gobierno de la soledad a tu último beso...
Se parece tanto el gobierno de mi sangre a tu partida...
Que me saben a lo mismo, te digo.

Que no hay distancia... porque no estás lejos... que no estás, te digo.