miércoles, febrero 28, 2007

Triste





















No soy un chico malo,
es sólo que a veces no tengo vocación de hombre feliz.
Por eso me encierro en mi habitación de niño feroz
y destruyo con miedo los juguetes que la historia me regaló.
La ira me lleva a desarmar las piezas de cada uno de ellos,
recuerdo a recuerdo, para luego martillar con gritos su presencia.

Con los ojos desorbitados, las manos enquistadas en la boca,
la saliva recogida como mar sobre mi lengua, con la voz oculta...
Golpeo y jadeo, revolcándome en tu silencio de madre ausente
hecha mi sonrisa infante, una patética mueca solitaria.

Pero me niego a ser eco del llanto que no te sale.
Me niego a devolver la distancia que me hizo hombre;
a devolver la voracidad del deseo que me inició en la muerte.
No soy un chico malo, soy sólo un chico triste...

Cuando deje de destrozar mis uñas enclaustrado bajo mi cama,
ya no buscaré tus manos, tu arrullo, tu regazo...
Cuando deje de quebrar el mundo alrededor... lloraré definitivamente.
Será la última vez y la primera.