Soy testigo de tu agua,
rebosando celosa la cúspide de mi boca,
rebosando celosa la cúspide de mi boca,
queriendo abarcar cada sequía.
Tu osadía me derrota, lastimando a veces
la necesaria lágrima que brota de mí,
de mi propia y privada agua.
A veces quiero el corazón seco.
A veces quiero la tristeza derramándose,
gota a gota desafiando a la ira.
A veces quiero el deseo recortando la abulia
de un delito que me hizo su víctima.
Soy testigo de tu agua,
pero ¿te has dado cuenta de mi mar?