sábado, septiembre 06, 2008

La Sangre Tira


La sangre tira...
pero la mía es un río que no sabe dónde mierda queda el mar.

Tengo las agallas de un trapecista de circo barato;
las manos de un pianista de burdel grotesco;
el corazón de una bailarina torturada;
el deseo de un monje reprimido.

Podría ser el primogénito de la cobardía,
el heredero de la nostalgia,
la reencarnación del miedo.

Pero, ¿quién sabe hacia dónde corren mis aguas?
¿De dónde mana mi sentenciada precariedad?

La sangre tira y no tengo idea de a dónde me quiera llevar,
con una fuerza que se pierde entre los dedos del que no quiso jamás jalar.

jueves, marzo 20, 2008

Viaje



Dos espasmos y la vida se vuelve un beso.

Un estornudo y mi piel se distrae,
pero vuelve, siempre vuelve...
Nada en ti persigue los mapas que construimos.
Nada en mí, se queja si quedamos juntos a la deriva .

El corazón de la palabra atacado por la intriga
se hizo piedra.
La manija de los días se venció al contacto
de unos dedos de mentira.
Y yo quedé en la mira de las hordas clandestinas,
regurgitando palomas,
rogando silencio en mi silencio...

Mientras tú,
no entendías ni un ápice de mis plegarias,
tan sólo nadabas en el fulgor de mis mejillas.
derrocando los aromas que colgaban de mi boca.
A veces me pregunto
¿porqué entonces me quedé en tus bolsillos...?
y es que es esa imperfección la que aún amo,
la de olvidarme en aquel viaje,
en que fui bitácora y destino
y en el que hoy
soy sólo parte del camino.

miércoles, marzo 12, 2008

En cursiva


Presiono la pluma con cierto ardor en los dedos.
A veces me sucede que la tinta se confunde con mi carne
y la paradoja se hiende en mi sangre.

El grafitema perdido,
hecho cedazo en la piel,
respira herido.
La pluma danza indecorosa sobre él.

El temblor de la letra se defiende de los miedos.
El reflejo esquizoide de mis manos se diluye.
Y arremolinada en desprecios,
embebida en veneno,
la escritura de la historia se desarma.

Abro un capítulo nuevo,
después del sacrificio.

Ya respiro en cursiva.

viernes, marzo 07, 2008

La culpa es de uno...


La culpa es de uno.

¿Llorarte para qué?
si una lágrima no alcanza a comprar la calma de los pies derrotados.

El rubor de la inocencia
se confunde con la lujuria de un recuerdo acariciante
y ni así se hace lumbre el silencio;
ni así se vuelve huella la pisada.

La culpa es de uno...

La fosa en que se guarecen nuestros cuerpos,
huele a tiempo resecado, al deterioro de nuestros labios,
a palabra muerta, a mirada añeja.

Y yo que me sentía seguro de la sombra y el canto
desnudando con ayuda de la brisa el dolor de nuestro tiempo.

¿Llorarte para qué?
Si la piel se volvió de piedra al contacto de la noche.
Si la culpa es de uno cuando no se vuelve a la seda que el rocío fabricaba en nuestro beso.

La culpa es toda de uno...

jueves, febrero 14, 2008

Escalada


Tuve que aprender a ascender.

Manos a la luz,
ojos lejos del pavor.

Escalé las cumbres amargas de tu voz,
me encaramé sobre cada quejido tuyo
y derramé el sudor que me dejabas.

Aprendí a morder
y a esconder con mis labios el ardor azulado
que a tus tiernos años no debías conocer.

Me moví entre ráfagas de roca triturada
y arrastré hasta el polvo que de ellas emanaba.
Pervertí entero el desnudo curvo de tu montaña.

No hice pausas de trayecto,
sólo mentí y avancé por ríos y quebradas
viendo tu naturaleza pisoteada sin remordimiento alguno.

Y fue que me hice de hortigas,
y me perdí por los senderos más inhóspitos
dispuesto a flagelar tus ruinas si fuese necesario.

Por ello es que tuve que aprender a caer también,
a desconfiar de la utopía de tu boca en la cima,
sabía que no la merecía.

Aprendí a caer.
Sin oxígeno, las manos se me amorataron
y no tuve excusas para quedarme en ti.

Manos a la luz,
ojos lejos del pavor.

Aprendí a perderle el miedo al vacío
y cegado por el sol,
bajé la mirada.

La distancia entre el fin y yo
me provocó vértigo,
pero así y todo
fui yo...
yo solo me solté.

sábado, enero 05, 2008

Morder



Preferiría contar planetas, antes que morderme el alma,
recortar siluetas, merodear a tientas.

Y aunque la saliva viene y va,
el diente aprieta y no cede más.

Decir que mentí al tragar,
que tu triste paladar escupió con sangre cada pieza de mi pan...
Todo aquello está demás.

Preferiría estrellar cometas, emular un final,
escribir en papeletas, clavarlas en el cielo y no negar
que fui yo...

La saliva adentro, la saliva al mar.
Que triste final cuando no se sabe recordar.