sábado, octubre 14, 2006

Aunque Me Engañe...
















Cuando el perfume de sus manos abandonó mi piel,
quise no llorar su ausencia, pero
encontré en el suelo tantas formas de sucumbir,
que me quedé tendido sobre mis heridas, mordiéndome los ojos.

¿Cómo me acostumbro a la percepción de no tenerle?

Si me transformé tantas veces en la brisa de su boca exhalada,
en el fuego que en sus piernas se desvestía salvaje.
Si fui tacto en su materia, si olíamos a roca tallada
si supe a luna de ámbar, si mirando conquisté su paisaje...

Su abrazo nocturno me sumía en el sueño más profundo, en el más seguro.
Y aunque ardí en sus manos de maneras tan distintas,
hoy no queda más que la absurda noche sombría que me habita.

Me descubro asfixiado, exhausto, descarnado.

Y es que la violencia desgarradora de su adiós
me dejó en penumbras.

No quisiera terminar deshojando recuerdos,
No quisiera anhelar nostalgias de lo que no fue.
Por eso hoy deshago la madeja del silencio perturbador
que me dañaba el cuerpo y las ganas.

Y así es que hoy ya no lloro tanto solo,
pues ya no tengo tanta rabia.
Y es que ya no me hace tanta falta.

Aunque me engañe, siento que ya no abrazo su perfume...
Se me descolgó su aroma con su partida
dejando una estela cuya presencia
sólo a veces, me roba una que otra lágrima.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario