El silencio al despertar,
cada mañana no es igual.
Una sombra, una señal...
es el ruido del volcán.
Estridencia clandestina,
beso amargo sin saliva.
El desarme, la neblina...
la demencia pervertida.
Olvidado ya el llanto
(sin demoras y sin prisas)
que este dolor desesperado
se abandone en tu ceniza...
Quiero mar, quiero sal....
el dominio universal
de la sangre del volcán sobre mi piel.
Que me hiera la mordedura
de sus dientes sin excusas,
rebalsando comisuras
cada mañana no es igual.
Una sombra, una señal...
es el ruido del volcán.
Estridencia clandestina,
beso amargo sin saliva.
El desarme, la neblina...
la demencia pervertida.
Olvidado ya el llanto
(sin demoras y sin prisas)
que este dolor desesperado
se abandone en tu ceniza...
Quiero mar, quiero sal....
el dominio universal
de la sangre del volcán sobre mi piel.
Que me hiera la mordedura
de sus dientes sin excusas,
rebalsando comisuras
en ausencia de dulzura...
El ruido al descansar,
cada noche es similar.
Una muerte, un puñal,
es el sigilo del volcán
El ruido al descansar,
cada noche es similar.
Una muerte, un puñal,
es el sigilo del volcán
que me espera al despertar...